HIGH RISE archives on Otherside records

Año 1982. Puro ruido, la cloaca del punk. El nombre, Rascacielos en español, lo tomaron prestado de la novela distópica de J.G. Ballard. El principio lo dice todo y no hace falta añadir nada:
“Más tarde, mientras estaba sentado en el balcón, comiéndose el perro…”

El auge del K-pop (y el declive del J-pop)

«Gentleman», el último sencillo de Psy, ha superado ya los 500 millones de vistas en YouTube. Va camino de convertirse en el vídeo más visto de la historia. Con permiso de «Gangnam Style», claro. El pop surcoreano (K-pop) parece haber surgido de ninguna parte. Hasta hace apenas unos años, Japón era el único país asiático del que nadie sabía nada, musicalmente hablando. Y había que ser un friki para saber algo. Como bien indica Google Trends, el ascenso del K-pop entre la comunidad global de fans es paralelo a la pronunciada crisis de su homólogo nipón. En una palabra: Corea (en color azul) ha ocupado el vacío dejado por Japón (en color rojo). Los picos de “Gangnam Style”, a finales de 2012, tan solo apuntalan el auge del K-pop.

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El resto es un artículo que he escrito para Entretanto Magazine. Aquí puedes seguir leyendo.

Revista Eikyô: número 10 a la venta

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Ha salido la revista Eikyô, como siempre llena de cosas interesantes: historia, cine, manga, arquitectura, origami, reseñas y por supuesto música. Esta vez he escrito sobre el mega-conjunto ska Shibusashirazu Orchestra. Se trata de una troupé de músicos, bailarines y actores que va de gira por los festivales del mundo. Aunque recuerda a otros grupos similares (empezando por Mano Negra en España) SO incorpora elementos originales. Por ejemplo, algunos de sus miembros evocan los movimientos del butō, el baile lento, catárquico y triste, desarrollado en Japón a raíz de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Y no deja de ser una fiesta. Compra Eikyô online.

Retro retro retro (segunda parte)

Antes de empezar, no quiero dejar de recordarles que tengo un blog sobre música y cultura tailandesas. Es un proyecto paralelo, que espero crezca y tome forma esporádicamente, a golpe de post.

The Youngman Psychoblues Sazanami Records

Entonces, esta es la pregunta: ¿por qué nos pierde lo «retro»?

  1. Porque la música actual es la definición misma de vómito.
  2. Porque lo nuevo es, para la gente leída y sensible, una horterada.
  3. Porque alguna compañía diabólica decidió que nos gustaría, y nosotros dedicimos que sí, que nos gusta.
  4. Porque ser moderno es ser decadente de una u otra forma.

La respuesta seguramente sea una combinación de las cuatro. Siempre nos han gustado las ruinas, y todo el que hiciera la EGB (o en su defecto la ESO) sabe algo acerca del Renacimiento. La diferencia, dice Elisabeth E. Guffey en su libro sobre el tema, es que la moda «retro» no busca recrear tiempos remotos, sino aquello que sucedió hace apenas unos años. «Retro» se refiere al «pasado moderno»: es un retorno a días mejores, reales o imaginados, pero a la vez y sobre todo es la sospecha de que la actualidad está podrida por dentro. Es también una cuestión personal ya que nadie está satisfecho con lo que tiene o ve o tiene que soportar. Y se acaba creando un mito, es decir, una selección de cómodas verdades. Quien escribe sueña despierto con Etta James, The Shirelles y Sam Cooke. Todos ellos hicieron historia en los estudios de grabación, mientras carecían de derechos civiles en su país. Esto último no es «retro».

Si hablamos de música, no está de más decir que a medidados de los años 70 ya hubo un revival rockabilly. El álbum Rock ‘n’ roll (1975) de John Lennon pertenece a ese movimiento. La historia de la música pop es un constante regreso a las raíces, y todo grupo que se precie afirma volver a los orígenes imberbes a partir del tercer o cuarto disco. El punk siempre fue un poco rock ‘n’ roll: un reclamo de las guitarras contra la música disco, una vuelta a Chuck Berry, al cuero y nihilismo de Marlon Brando en  Salvaje (1953). «Retro» es resistencia, pero también es globalización, imperialismo cultural o como quieran ustedes llamarlo. Significa añoranza de Estados Unidos en su plenitud, o de Londres en los años dorados del mod. En Japón, Elvis sigue vivo, como todo el mundo sabe. En 2006, cuando aún era primer ministro, Junichiro Koizumi visitó Graceland y se fue por bulerías delante de George W. Bush. 

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El punk japonés se formó en torno a homenajes deliciosamente camp: el antes conocido como Shogo Ishii (ahora Gakuryu Ishii) definió la escena en Crazy Thunder Road (狂い咲きサンダーロード, 1980) y Burst City (爆裂都市, 1982). Ambas cintas parecen un reflejo distorsionado de Grease (1978) James Dean en clave postmoderna, donde John Travolta se parodiaba a sí mismo en Fiebre del sábado noche (1977). El actor repetiría el esperpento en Pulp Fiction (1994). Su director, Quentin Tarantino, estaba destinado a ser el gran mecenas del «retro» nipón en Occidente. Las chicas de The 5.6.7.8’s, que empezaron su carrera vestidas de cuero al estilo de American Graffity (y este había sido otro revival setentero de 1955) se convirtieron en las estrellas de la BSO de Kill Bill, donde Tarantino rendía tributo a Lady Snowblood (1973) y a diecinueve películas japonesas más, la mayoría de los años 60 y 70.

Hay revivals rockabilly, así como referencias constantes a los años 80 y 90, pero casi todo el «retro» musical se remonta al periodo 1960-75. Y suele ser garage en mayor o menor medida. Su espíritu es alternativo, ya que rechaza la producción y se decanta por el arte rupestre de los Beatles en Hamburgo, aunque en verdad suena siempre a The Sonics. Si descontamos el punk, en Japón la subcultura de clubes minúsculos y música sucia dio comienzo en los años 90, justo cuando el llamado «milagro económico» tocaba a su fin. Con la crisis llegó una tendencia inédita: el rechazo de las marcas, el auge de las tribus, el triunfo del hikikomori. Para mí, eso es lo mejor del Japón contemporáneo: una juventud que se aprovecha de la abundancia acumulada por sus padres para vivir en los márgenes, haciendo música radical. Me gusta citar a Lulu’s Marble, porque fueron pioneras y porque fueron especiales. Lo más destacable de este renacer es que estuvo, y está, protagonizado por mujeres. Es, por lo tanto, muy diferente del original.

Hay un retro corporativo, sí. Es un truco de magia y consiste en hacerte sentir como en casa en el Starbucks. La producción musical en Japón avanzó a pasos de gigante a partir de los años 60, y en la década de los 80 se consolidó: hoy es infalible como el Papa, sin ruido de fondo ni rastro de los bocetos. Ya en 1980 el francés Jean Braudillard cargó contra la manera en que Hollywood estaba limpiando la historia con lejía, reproduciendo impecablemente otras épocas, de manera tan perfecta que solo contenían belleza. El gran Gatsby, un libro sobre la llamada Era de Jazz, en la versión cinematográfica de 2013, está lleno de Jay-Z, Jack White y Lana del Rey. Un exceso de jazz no habría funcionado igual en la taquilla. En Japón el «retro» corporativo empieza en la cultura de ídolos, que presenta a niñas vestidas de colegialas y arranca las lágrimas de los oficinistas con una o dos cervezas de más. Hay algo siniestro en todo ello, y no por el uso de Lolita solamente, sino también porque sabemos que detrás de las bambalinas hay gente con MBA’s, calculando gustos y hábitos y tendencias, reinventando la memoria del consumidor y vendiéndosela después.

Y hay un «retro» independiente, que logra hacer de un hobbie ―un fetiche, una adicción― un negocio de suma cero. Es invariablemente modesto, vocacional y sin más pretensiones que satisfacer el deseo de cada uno. En Japón existen cientos o acaso miles de bandas garage, que tocan en las horas libres, y que publican discos periódicamente. Todas rinden homenaje a los Group Sounds (el sonido Beatles de 1966) y al Pinky Violence (el soul lleno de sexo y violencia de 1971). Las discográficas grandes suelen huir despavoridas, a no ser que los grupos sean demasiado guapos y demasiado irresistibles. Hasta que dejan de vender y los despiden. Es el caso de Kinoko Hotel y The Captains. Las discográficas independientes los adoran. El sello Sazanami es ya un heraldo del falso pop sesentero, en el mejor sentido posible. Y celebra estos días diez años de vida. Esa es más o menos la edad del «retro» en su última generación, entre White Stripes y Mumford & Sons. El jefe de Sazanami, Gaku Kamachi, tiene mucho sentido del gusto, y lo aprovecha para diseñar portadas deliciosas: coger el disco, tocarlo, es lo mismo que abrir un libro. Es un placer innecesario en la era digital. Es una perversión, de nuevo en el mejor sentido posible. En Japón se llama natsukashiiEsto es, nostalgia.

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¿Cómo empezó Sazanami?

Mi grupo (Goggle-A) estuvo con Sony hasta finales de 2002. Pero vendíamos poco para estar en una discográfica grande, así que nos despidieron. Y se me ocurrió que era un buen momento para fundar nuestro propio sello independiente. Además, yo tenía contantos con bandas y locales en muchas ciudades de Japón, y en el extranjero también.

Me encanta la música de los 60, sobre todo la japonesa: Group Sounds, Eleki (surf-rock made in Japan) y Cover Pops (las versiones del pop británico, que empezaban haciendo casi todos los grupos). Y me encantan las letras de Kenji Sazanami. Fue un gran poeta (un poco loco, eso sí) de los años 60. Adaptó canciones extranjeras al japonés. Fue muy importante en la historia de la música nipona. [No hace falta que lo diga: Kenji Sazanami se llamaba en realidad Shoo Kusano, y en los sesenta descubrió que podía combinar sus conocimientos de inglés con el negocio de compra-venta de derechos de autor, y tradujo al japonés cientos de éxitos estadounidenses, para ser cantados casi siempre por vocalistas femeninas]. Sazanami significa «onda» en japonés. Así que el nombre era perfecto para un sello como el nuestro.

¿Vendéis muchos discos en el extranjero?

La mayoría los vendemos en Japón. Pero hay locos de los años 60 que compran por correo. Algunos títulos están disponibles en iTunes o plataformas similares. También vendemos bastante cuando uno de nuestros grupos sale a otro país.

¿Por qúe crees que la gente se interesa por la música «retro»?

No lo sé, pero creo que hoy en día la gente puede escuchar cualquier cosa a través de internet. El sonido vintage es muy bueno, la tecnología digital no ha logrado superarlo.

¿Compras vinilos en Japón? ¿Cuáles son tus grupos favoritos?

Sí, pero no soy un coleccionista obsesivo. Me gustan muchos grupos, por ejemplo: The Spiders, The Carnabeats, The Outcast, The Dynamites, Takeshi Terauchi and the Blue Jeans, Yuzo Kayama, Mieko Hirota y por supuesto Kenji Sazanami. [Japón años 60]. Entre los occidentales: Beatles, Rolling Stones, The Who, The Zombies, The Hollies, Beach Boys, The Ventures, Rita Pavone, Brenda Lee etc. Y me gusta Rita Chao [la diva hongkonesa] también.

Retro retro retro (primera parte)

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En el útimo mes he querido escribir sobre la música «retro», pero lo que hecho ha sido tocarme el pie y comenzar un blog sobre Tailandia. Así que nada. Solo voy a presentar a Howard Williams, a quien llevo siguiendo la pista durante años. Howard Williams ha editado algunos de mis recopilatorios favoritos, tales como Nippon Guitars Killing MelodyEl primero, publicado al poco de publicar yo MI LIBRO, es un recordatorio de lo bien que suena Takeshi Terauchi y el surf-rock en general en formato vinilo. El segundo es una perla setentera inigualable: sucia y sedosa, porno para los oídos.

Howard Williams es el propietario de ETHBO, un sellito independiente sin Facebook ni blog ni nada de nada, que produce rarezas y caprichos varios en años de vacas gordas. También colabora con la bien conocida discográfica vintage ACE. En 2008 ACE sacó Nippon Girls, mega-éxito internacional, obra de la guapa Sheila Burgel. Ahora ACE y Howard Williams editan Masaaki Hirao and His All Stars Wagon: Nippon Rock, the Birth of Japanese Rokabirii, 1958-1960. Masaaki Hirao fue uno de los dos o tres «Elvis japoneses» que hubo en Japón a finales de los años 50. En realidad, casi todos los pioneros, incluso Kyu Sakamoto, comenzaron jurando sobre la Biblia del rockabilly.  Y no, este no es un acto de «copia y pega» oriental. Aquí hay rock ‘n’ roll de cuando casi no había guitarras eléctricas, filtrado a través de una densa tradición, que precede y se superpone a Occidente. Lo espero con impaciencia amorosa, como si fuera Goldie Hill, viendo pasar de largo al cartero en 1952.

Aquí tienes la entrevista y una muestra de lo que ofrece Masaaki Hirao: Nippon Rock, según la mano de Howard Williams.

¿Cuándo nació tu interés por la música nipona? ¿Hay alguna canción, algún grupo, sello o historia que te empujaran a saber más sobre el rock japonés?

De niño tuve la suerte de ver en vivo al gran percusionista Stomu Yamashta, como parte de la compañía teatral Red Buddha [una troupe de rock progresivo que actuó en Europa en los años 70]. La banda sonora fue uno de los primeros discos que compré. La escuchaba continuamente en aquella época, pero luego languidecería en mi colección. Hace no mucho tiempo la volví a escuchar (con otros oídos) y me gustó tanto que la añadí a la lista de temas que pincho en vivo.

En el espectáculo de Yamashta, había un par de canciones de estilo Min’yō [folk japonés, tocado con el shamisen], escritas en la escala pentatónica. Cuando empecé a visitar Japón por cuestiones de  trabajo, y más tarde de vacaciones, escuché más música compuesta en esta escala y me acostumbré a los sonidos. Tiene algo en común con otras escalas orientales que también puedes encontrar en la música africana o árabe, en el folk y en el blues. Las canciones que me llamaban la atención sonaban en todas partes: en bares, en tiendas, en la televisión, e incluso en el hilo musical de los aviones.

En una de mis visitas a Japón, me hice amigo de un otaku, que compartía mis gustos musicales occidentales, y que  me abrió la caja de sonidos  nipones con una serie de mixtapes. Hasta la fecha, ha creado más de 800 cassettes, todos ellos diferentes. Es un logro increíble, yo solo tengo una pequeña selección, pero lo que tengo me lanzó en un nuevo camino de descubrimiento. A través de contactos en compañías discográficas también he tenido el privilegio de ver en vivo a algunos de los más legendarios músicos de folk japoneses. The Jacks fue el primer grupo que me impactó, con su mezcla de folk, garage y jazz, con un resto de The Velvet Underground (aunque lo más probable es que esto último fuera accidental).

¿Eres coleccionista? ¿Cuántos álbumes nipones tienes? ¿Cómo te hiciste con ellos? ¿Vas a Japón con el propósito de comprar discos?

Sí, lo soy. Comencé a comprar en mi primer viaje. Una re-edición del primer LP de Takeshi Terauchi fue parte del botín. Me cautivó de inmediato su versión eléctrica de antiguas canciones folk japonesas, y enseguida me sentí empujado a conocer más. Busco en internet, hago expediciones a tiendas cada vez que estoy en Japón e incluso encuentro algún disco que otro en Londres, aunque esto no suele ocurrir. No me gusta llevar la cuenta. Debe de haber más de mil en mi colección: LPs, 78s, 45s, y también algunos CDs. Pero este es el resultado de una criba hecha durante muchos años entre miles de discos más. El periodismo musical está saturado con imágenes de DJs posando junto a sus voluminosas discotecas. Es la calidad y no la cantidad lo que cuenta.

¿Escuchas nueva música japonesa? ¿Qué opinas del J-pop?

Me temo que no. Conozco las novedades, pero el pop moderno me interesa muy poco, y no creo que sea una cuestión de edad solamente. Siempre ha habido mala música pop, y siempre ha habido buena música pop, e incluso la ha habido genial, pero es obvio que la producción, el talento y la composición contemporáneos no se acercan al calibre de las décadas pasadas. El J-pop, como el resto del pop actual, es demasiado corporativo para mi gusto. [El traductor quiere insistir aquí en la imposibilidad de no meter a todo el pop en el mismo saco artístico-mercantil].

AKB48 es un buen ejemplo de cómo la música popular ha evolucionado hasta convertirse en una máquina eficiente y despiadada de marketing y bombo. El pop siempre ha tenido sus «fábricas», pero al comparar la innovación y calidad de, por ejemplo, Joe Meek, Motown y Studio One, con lo que está disponible en la actualidad, uno tiene muchas dificultades para encontrar materiales tan duraderos en la melé contemporánea.

¿Escuchas algún otro tipo de música asiática?

Si, claro, también tengo discos de Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia y otros lugares en el camino.

Veo que eres un DJ. ¿Qué opinas de la música nipona de los años 60 y 70? ¿En qué se diferencia de aquella hecha en los Estados Unidos y el Reino Unido?

Es interesante que países como Japón tomen estilos, como el R ‘n’ B y el Rock ‘n’ Roll, y los adapten a su propio gusto. Quizás es una cosa isleña. Igual que Jamaica absorbió el R ‘n’ B e inventó el reggae, el kayokyoku [el pop propiamente dicho hasta la década de 1980] en Japón evolucionó hasta convertirse en un sonido japonés con tintes occidentales, a veces con motivos folk, junto a una producción e instrumentación occidentales. Las grandes compañías discográficas niponas siempre han mantenido a orquestas de mucho talento, así como a músicos de estudio y productores, que crearon grandes canciones.

La diferencia puede residir en que una canción haya sido escrita en una escala occidental mayor o menor, o en una escala japonesa pentatónica mayor o menor, o en una mezcla de cualquiera de estas. Siempre ha habido una larga tradición de blues en la música popular japonesa. El mejor ejemplo es el enka, el tipo de balada que se escucha mejor bebiendo sake en un pequeño bar del centro. Se han hecho bastantes comparaciones entre este tipo de música y el country estadounidense. La tradición blues también se puede ver en el kayokyoku y otros estilos japoneses. Hay multitud de platos nipones que contienen dashi (caldo) con sabor a blues. Desde los años 20 hasta la posguerra, muchas canciones japonesas eran llamadas burusu o blues. No eran blues en el sentido afroamericano de la palabra, pero sonaban un poco a blues.

Lamentablemente, hay menos garage en el rock nipón de los 60. Las bandas con esa crudeza elemental escasean. Parece que los sellos discográficos siempre querían incluir una orquesta, también en los grupos de guitarras. [Esto sí que es interesante, nunca lo había pensado, aunque creo que el garage está presente a veces en las caras B, donde hay muchas menos trompetas]. Las cosas mejoraron en los 70, cuando muchos grupos japoneses encontraron su propia voz.

¿Qué relación hay entre Ethbo y ACE? ¿Cuál es la historia detrás de estos sellos?

No están relacionados, salvo por mi trabajo. ACE Records es un sello legendario de reediciones, en marcha desde mediados de los 70. ACE distribuye a muchas otras discográficas muy pequeñas.

Ethbo es un sello minúsculo, que yo mismo comencé a mediados de los años 90. Solo edito discos muy ocasionalmente, sobre todo debido a la falta de dinero. Y no tiene una estructura definida. Los últimos lanzamientos fueron Killing Melody, una recopilación de bandas sonoras del «Pinky Violence«, seguido de un disco de Dean Carter, disidente rockabilly/garage de los años 60. Antes de eso, saqué el álbum post-rock de una banda tokiota, los sonidos de un artista de vanguardia, las canciones de un cantautor estadounidense, y algo más. También soy co-director de otro pequeño sello desde los años 90, Rita Records. Nuestro primer disco se convirtió en un éxito internacional, pero esta es otra historia. [Creo que se refiere a esta maravilla de Island Boy].

¿Cuáles son los discos más populares de estos sellos?

Según parece una recopilación de temas de Wanda Jackson es uno de los grandes triunfos de ACE. Es pura coincidencia, pero Wanda Jackson tuvo una canción muy popular en Japón a finales de los 50: una versión de «Fujiyama Mama» [No he hablado de esta canción en el blog, pero la letra, número 1 en Japón en 1957, no tiene desperdicio: «I’ve been to Nagasaki / Hiroshima too / The same I did to them baby / I can do to you»].

Hablemos de la recopilación surf-rock, y del disco Nippon Girls… Si no es mucho pedir, ¿sabes cuántas copias se han vendido en total? ¿Cuántas en vinilo? ¿A qué países se las envíais? ¿Recibís muchos pedidos de Japón?

Los dos discos Nippon se han vendido muy bien. No conozco las cifras exactas. El vinilo de Nippon Girls (editado por Sheila Burgel) lo sacamos muy recientemente, tras recibir pedidos de Japón. Ha sido un éxito absoluto, aunque el CD saliera hace ya cuatro años. Nippon Guitars también ha funcionado bien, ¡pero el surf-rock y la música instrumental son más difíciles de vender que el pop femenino yeyé! EE.UU. y Alemania son probablemente los dos mercados más importantes. Ambos títulos fueron re-editados en Japón. Mi próxima recopilación con ACE [la que presento aquí] es Nippon Rock ‘n’ Roll: Masaaki Hirao, y explora el nacimiento del rock ‘n’ roll en Japón. Estas grabaciones fueron hechas seis años después de la ocupación Aliada de Japón, y durante los primeros murmullos de la rebelión juvenil.

¿Por qué crees que a la gente le atrae la música retro?

«Nada nuevo bajo el sol». ¿Por qué acudir a las imitaciones cuando puedes escuchar el original?

Cuando pinchas… ¿analógico o digital?

Analógico siempre. Cualquiera puede bajarse un MP3 o copiar un CD. Pinchar el formato original es otra cosa.

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1. When did you get interested in Japanese music? Was there a particular song, band, label o story that made you want to know more about Japanese rock?

I was very fortunate as a child to have seen the great percussionist Stomu Yamash’ta, and his staging of the Red Buddha Theatre. The soundtrack album was one of my first record purchases, played repeatedly back then, but languished in my collection until only recently, when I heard it with new ears, and made it part of my set. In Yamash’ta’s show, there were a couple of minyou style songs, written in the pentatonic scale. Once I started visiting Japan on business, then for holidays (and business) I heard more music composed in this scale and became attuned to it. It has a commonality with other eastern scales that you may find in Arabic and African music, folk songs and the blues. Tunes that caught my attention were everywhere, in bars, shops, on TV, and even inflight entertainment radio. On another visit to Japan, I befriended a musical otaku, (geek,  nerd or obsessive) who shared my taste in western music and opened up the Japanese musical box to me with his mix-tapes. He has made over 800 cassettes – all different – an incredible feat, I only have a small selection, but they set me off on the road of discovery. Through record company connections I have also been privileged enough to see some legendary Japanese folk musicians’ performances. In terms of Japanese rock, The Jacks were the first band that struck me, with their particular blend of folk, garage and jazz, with a smattering of the Velvet Underground (though it is most likely this is accidental).

2. Are you a music collector? How many Japanese albums do you own? How did you find them? Do you visit Japan, buy records there?

Indeed, I started buying on my first trip, a reissue of Takeshi Terauchi’s first LP was among that hoard. I was immediately taken by his electrifying of old Japanese folk tunes and had to hear more. I search the web, go on buying trips whenever I’m in Japan and even find the occasional record in London, but that’s pretty unusual. I don’t like to bean count, there must be over 1000 in my collection – LPs, 78s, 45s, even some CDs – but these have been sifted from  thousands more, over the years. The music media is swollen with images of DJs standing in front of their voluminous record collections; it’s quality, not quantity that counts.

3. Do you listen to new music from Japan? What’s your opinion about j-pop?

I’m afraid not. I hear of the newer acts, but have very little interest in modern pop, and I don’t believe it’s just a matter of age. There has always been bad pop and there’s always been the good, or even great, but it’s obvious that contemporary production, songwriting and talent are nowhere near the calibre of previous decades. J-pop, like all pop these days, is too corporate for my taste. AKB48 is a great example of how popular music has evolved into a mercilessly efficient hype and marketing machine. Pop has always had its ‘factories’, but comparing the innovation and quality of, say, Joe Meek, Motown or Studio One, to what is available now, one would be hard pushed to find any such lasting material in the current melee.

4. Do you listen to any other Asian music?

Certainly, I also have records, from Indonesia, Malaysia, Singapore, Thailand and a few other stops on the way.

5. I have seen that you’re a DJ. What’s your opinion about Japanese 60s and 70s music? How is it different from the music made in the US or the UK?

It’s interesting how countries like Japan take styles, like R’n’B or Rock’n’Roll, and adapt them to their own taste. Maybe it’s an island thing, just as Jamaica absorbed R’n’B and invented reggae, kayokyoku in Japan evolved into a western tinged Japanese sound, sometimes with folk motifs, alongside western instrumentation and production. The larger Japanese record labels always maintained high quality in-house orchestras, backing musicians and producers, who created some great music. The difference would be that a song may have been written in a major or minor western scale, or Japanese pentatonic major or minor, or a blend of any of them. There has long been a strand of blues throughout Japanese popular music. The most apparent example is enka, the  torch-song ballad best listened to over several cups of sake in a small downtown bar, comparisons between this musical form and American country have been made often. The strand also runs through kayokyoku and other Japanese styles, a blues dashi (stock) for many musical dishes. From the 1920s to post war, there were numerous songs called burusu or blues. They were not specifically blues in the African-American sense, but taking a note out of that songbook – ‘bluesy’.

Sadly, there’s less garage in Japanese 60s rock,  bands with that elemental rawness are thinly spread. Record labels seemed to always want to use their orchestras, even with guitar groups. Things came together more in the 70s, when more Japanese bands found their own voice.

6. How is Ethbo related to ACE? Would you tell me the story of these labels?

They are not related, other than through my work. Ace Records is a legendary reissue record label, which has been running since the mid 1970s and is an umbrella for a host of other fine labels.

Ethbo is a tiny label, set up in the mid 90s by myself. I only release titles very occasionally, mainly due to lack of money. The style of the label is completely unstructured, the last two releases were Killing Melody, a compilation of Pinky Violence soundtracks, followed by the 60s rockabilly / garage maverick Dean Carter, before that, a Tokyo based post rock band, an avant-garde artist, an American singer-songwriter, and more. I also co-ran another small label in the 1990s, Rita Records, our first release became an international hit, but that’s another story.

7. What are the most popular albums -artists, compilations?

Apparently a Wanda Jackson compilation is one of Ace’s biggest sellers, coincidentally, she had a hit in Japan, in the late 50s, with a cover version of «Fujiyama Mama».

8. About the surf compilation and the Nippon Girls album… If it’s not too much to ask, do you know how many copies have been sold so far? How many of them on vinyl? Which countries do you ship them to? Do you get many orders from Japan? (Do you have any stats I can use?).

Both the Nippon titles have sold very well. I don’t have exact figures. The Nippon Girls (compiled by Sheila Burgel) vinyl was only produced recently, after requests from Japan, it has been a roaring success, even though the CD was released four years ago. Nippon Guitars has also been successful, but surf and guitar music is harder to sell than 60s female pop! America and Germany are probably the largest markets for these albums. Both titles were given a domestic release in Japan. My next compilation on Ace is due at the end of June 2013, Nippon Rock’n’Roll: Masaaki Hirao, which charts the birth of rock’n’roll in Japan. The recordings were made six years after the Allied occupation of Japan and during the first rumblings of youth rebellion.

9. Why do you think people are attracted to retro music?

«There is nothing new under the sun». Why go for a pale imitation, when you can listen to the real thing?

10. What did you play on your last set? Analog or digital?

Strictly analogue, anyone can burn MP3s off the internet or copy CDs, but to play the original format is something else entirely.