Breve historia ilustrada del pop nazi en Japón. Primera parte.

¿En qué estaría pensando Kenji «Julie» Sawada, la voz más romántica y cursi del pop en japonés, cuando se vistió de nazi para una sesión de fotos en 1978? Por especificar, se vistió de oficial de las SS; quienquiera que haya visto alguna vez el Canal Historia sabe esto y mucho más. Les daré una idea del estatus de nuestro personaje: de entre todos los súbditos del Japón, sólo Yoko Ono y Kenji «Julie» Sawada han aparecido en la portada de la Rolling Stone original. Sawada lo hizo en 1969, como cabecilla del movimiento beat-pop en el exótico Oriente, aunque esta fuera una tormenta en un vaso de Coca-cola. Cuando posó en plan nacional-socialista, sólo tenía treinta años pero ya estaba lejos de ser un objeto de deseo adolescente.

¿Es este el acto de un hombre desesperado, dispuesto a lo que sea con tal de captar la atención de los medios? No lo creo. Como introducción biográfica, baste decir que aún está entre nosotros. En los 60 fue vocalista de The Tigers. The Tigers eran como los Beatles, si los Beatles hubieran sido sirope de fresa: una forma de energía inédita y viscosa, que atraía sobre todo a quinceañeras enfervorizadas. Triunfaron en Japón más que ninguna otra banda japonesa, y en el proceso Kenji «Julie» Sawada fue perseguido a todas partes, al fin del mundo y a la peluquería.

En la peluquería

¿Cayó nuestro protagonista en los pueriles brazos de la moda sin saber que sería juzgado por la historia? El uniforme nazi no es un incidente aislado, sino que recoge los frutos plantados por el punk. Quiero decir, ¿es lo mismo que las Zapatillas-de-Astronauta-Hortera de Justin Bieber? Sí. Justin Bieber vestido de Goebbels: he aquí un concepto, tomen nota publicistas. Sawada fue el producto más rentable del jimusho original. ¿Y qué es es jimusho? Es la «agencia de talentos» que controla la carrera de los ídolos en la cultura popular nipona. Sawada, como Bieber, tenía aspecto de osito de peluche, desvalido y feliz a un mismo tiempo, zarandeado por las máquinas en una gigantesca cadena de montaje.

¿Pero acaso no es el cuero nazi un grito de libertad? En 1969 The Tigers grabaron «Smile for Me», escrita por Barry Gibb, uno de los Bee Gees supervivientes. Era parte del disco Hi! London, confeccionado en Londres, con película incluida y con el fin de abrirse camino en el reacio mercado occidental. Pero el reacio mercado occidental permaneció cerrado con llave a las propuestas orientales, y The Tigers se licuaron en las cloacas del pop. Sawada siguió su camino, sonriendo sin cesar. Posando, casándose. La vida dio muchas vueltas para Kenji «Julie» Sawada. Bueno, algunas, o todas las dio en torno a sus múltiples disfraces: se vistió de marinerito y de mujer y de nazi. Ahora era deseado de forma diferente, era actor y famoso de profesión, y en general hacía lo que le daba la gana. «Julie», por cierto, se lo puso en honor a Julie Andrews.

Fuentes: Roberto Bolaño, La literatura nazi en América; Mark Twain, Following the Equator.