No es nada nuevo, pero sigue siendo moderno. Craftwife aprovecha al máximo las aplicaciones musicales del celebrado iPhone. Steve Jobs estaría orgulloso. La producción es decente y divertida, y la calidad del sonido es impresionante para ser un cacharro tan pequeño. Pero lo que de veras le da alas al proyecto es el diálogo entre música y maniquí. Craftwife se viste de Kraftwerk, referencia perfecta por lo que el iPhone y los sintetizadores de antaño tienen en común, y se nos presenta en posición de azafata de feria tecnológica: esa manera de ser absolutamente profesional sin dejar de exhibir un aire de infinito aburrimiento.